Si eres de los que oye la palabra examen y empieza a experimentar sudores fríos que le paralizan, es probable que te resulte útil echarle un ojo a este artículo. Lo primero de todo, tranquilidad, en el peor de los casos, no se acaba el mundo por un suspenso: míralo como un aprobado tardío, en la mayoría de los casos lo podrás repetir y acabarás obteniendo un suficiente. Veamos algunos consejos para que el resultado sea lo más aceptable posible.
Antes del examen
- Planificación: lo primero y más importante es que debes empezar a estudiar mucho antes de la fecha del examen. Parece una obviedad, pero lo cierto es que no siempre se cumple. Cuida la planificación y, si es posible, procura hacerlo en horario de mañana, que es cuando el cerebro está más despierto. Sobre todo, evita a toda costa pegarte el gran ‘atracón’ la noche de antes: solo te servirá para suspender y sentirte muy, pero que muy estresado. El lugar en el que estudias también es importante: elige un sitio cómodo, sin distracciones ni ruido y con una temperatura agradable. Evita toda tentación, como teléfono móvil y redes sociales… ¡Son las armas perfectas de la desconcentración!
- Esquemas y simulacros: conforme se vaya acercando el día, será hora de dar la bienvenida a los repasos. Para ello, puede resultar muy práctico hacer esquemas que resuman bien el temario y, si tienes la oportunidad, realizar simulacros de examen de años anteriores… Y aquí no vale tirar de autoengaño: si no te lo sabes, no mires la respuesta ni te permitas más tiempo del que dispondrías en una situación real. Solo así sabrás si estás preparado y en qué necesitas incidir.
- Créetelo: una vez que compruebes que (de verdad) te lo has aprendido bien y estás listo para lanzarte a la piscina, aún hay algo importante que tendrás que hacer: creértelo. Te dará seguridad y te ayudará a alcanzar tu meta con éxito.
El día del examen
Parecía que nunca llegaría, pero ahí lo tienes: el esperado y lejano momento está llamando a tu puerta. Lo ideal es empezar el día habiendo descansado bien la noche anterior, eso contribuirá a que tu mente esté despejada y funcione correctamente.
Lo siguiente será levantarte con tiempo de sobra y que puedas prepararte un señor desayuno digno de un sobresaliente. El pan integral o los cereales bajos en azúcar, como la avena, son siempre buenas opciones, porque ayudan a liberar la energía lentamente a lo largo de la mañana y el yogur, la leche y los huevos te aportarán proteínas.
Es hora de ponerte en marcha, no dejes que nada rebaje tu confianza: no hables del temario con compañeros (las elucubraciones no suelen ser buenas consejeras) o con esa persona que siempre está histérica antes de hacer un examen -sí, ESA persona-. Solo servirá para crearte ansiedad y que el estrés empeore tu desempeño.
Si, aun así, el nerviosismo se apodera de ti, puedes aplicar una técnica rápida de relajación que te ayude a templarte de nuevo. Por ejemplo, haz una respiración profunda: toma aire por la nariz, mantenlo durante unos segundos y, a continuación, suéltalo lentamente por la boca. Notarás mayor efectividad si lo haces con los ojos cerrados y pensando en positivo. Otra técnica que puedes probar es simplemente cerrar los ojos y concentrarte durante unos minutos en el sonido de tu respiración, sin hacer nada más. Son dos formas sencillas de recuperar un poco esa tranquilidad que tanto necesitas.
Durante el examen
Una vez que tienes el papel delante ya no hay vuelta atrás: ha empezado y es hora de sacar a relucir todas esas horas de estudio que llevas a las espaldas. Lo más aconsejable es, de nuevo, planificarte:
- Primero lee todas las preguntas para comprobar si te surge alguna duda que tengas que consultar.
- Da prioridad a las que te sepas mejor. De esa manera, tu confianza irá en aumento y te sentirás con fuerzas para responder a esas otras que no controlas tanto.
- No te olvides de medir el tiempo, no quieres que la hora límite te sorprenda sin haber finalizado. Para ello, sé previsor y llévate un reloj.
- Déjate un margen para repasar. No solo las diferentes respuestas, sino también las faltas de ortografía.
Después del examen
Lo hecho, hecho está, celebra que ya lo has terminado y no te tortures si hay alguna pregunta que te hubiera gustado contestar de otra manera. No es productivo y ya es tarde para lamentaciones, así que, simplemente, disfruta de que ya haya acabado.
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